domingo, 8 de noviembre de 2015

Estampas alemanas: "La inmigración en Alemania"


Estampas alemanas: "La inmigración en Alemania".

Escribe Stefan Zweig en El mundo de Ayer: "Sabemos por experiencia que es mucho más fácil reconstruir los hechos de una época que su atmósfera espiritual. Ésta no se encuentra sedimentada en los acontecimientos oficiales, sino más bien en pequeños episodios personales".

Lo que está pasando actualmente con la inmigración en Alemania, no es tan difícil de sentir si se vive desde dentro. No me refiero a esa inmigración de europeos que, con aspecto descuidado pero con dinero suficiente en la tarjeta de crédito, se vuelven a casa después de vivir unos meses en el Motor de Europa. Regresan tal y como habían venido: sin saber alemán, con un montón de títulos que en el día a día de una empresa no sirven para nada, y con la convicción de que un gobierno, en este caso el alemán, tiene la obligación de sacarles las castañas del fuego y hasta de cogerles de la mano para cruzar la calle, si hiciera falta. 
No, no es esta la inmigración de la que hablo. Son inmigrantes que lo han perdido todo. Que están dispuesto a arriesgar su vida y la de sus seres queridos porque, sencillamente, ya murieron una vez. No vienen en nombre de Alá o del Dios cristiano, y ya tampoco pertenecen a un país. Se deben a su familia, que es la patria por la que cualquiera de nosotros lucharía hasta el último aliento, hasta la última brazada en medio del mar, hasta la última gota de agua en medio del desierto. 

Mi mujer estuvo atendiendo a los primeros refugiados que llegaron a la ciudad donde trabaja. Me contó que le había extrañado ver muchas mujeres y niños, sin sus maridos. No se atrevió a preguntar el porqué, pero luego nos enteramos. En la frontera de algunos países donde los refugiados tenían prohibida la entrada dejaban pasar, por caridad, a mujeres y niños. A los hombres no. Duele imaginar el verme obligado a separarme de mis hijas. Tratemos de ponernos en la piel de estas personas. Ahora bien: ¿cómo describimos estos hechos?

Los hechos oficiales son lo que nos cuentan los medios de comunicación. Una manifestación de 2000 personas que no quieren inmigrantes tiene más peso en las noticias diarias, sobre todo la de fuera de Alemania, que las miles de personas que de manera anónima, se acercan a la iglesia, a la mezquita, al ayuntamiento o los bomberos, para llevar ropa, carritos de bebé o mantas; jubilados que se ofrecen para reparar bicicletas y vecinos que se organizan para llevarle al jubilado sus bicicletas usadas, con el fin de que puedan utilizarlas otros; aficionados al fútbol que están llenando los estadios con la misma pancarta: "Bienvenidos refugiados"; guarderías y colegios que recojen material para confeccionar farolillos de San Martín, y juntos, los niños ya asentados y los niños recién llegados, ayudados por algunos padres, ensayamos la música para el gran desfile del día 11 de noviembre, día del santo. Se ha creado una atmósfera espiritual que impregna cada rincón de este maravilloso país.

Mientras unos pocos se manifiestan contra los recién llegados, y los alcaldes justifican su puesto organizando foros sobre inmigración "con especialistas en la materia" que también tienen que justificar su auto-proclamada y descafeinada sensibilidad, la inmensa mayoría está decidida a sonreír, a tender la mano, a ayudar. Por todo esto, Europa es un lugar cada vez más hermoso, y su éxito como espacio de convivencia está asegurado.

Wesseling, noviembre del 15.













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